Actualizado el lunes, 27 septiembre, 2021
Textos como animales
Por Andrea Calamari
Ornythorynchus anatinus. Ornitorrinco quiere decir: “con el hocico de pato parecido a un pájaro”.
Al ornitorrinco se lo descubre en Australia a finales del siglo XVIII. Cuando los científicos naturalistas vieron un ejemplar -disecado- por primera vez, no lograban acertar la especie de lo que tenían enfrente. Tiene pelos, tiene mamas, pone huevos, tiene pico y las patas palmeadas que usa para nadar, pero también garras que usa para excavar. Es sin dudas, de carácter anfibio. Umberto Eco cuenta la historia de los naturalistas ingleses que enfrentan por primera vez con el specimen en el British Museum: Shaw y Bewick. Shaw lo estudia, lo describe, le parece que es un “cuadrúpedo”. Bewick, en cambio, no se apura, se niega a clasificarlo como cuadrúpedo, pez o pájaro aunque, dice, tiene características de cuadrúpedo, de pez, de pájaro. El nombre intenta definir lo que las categorías no pueden.

Umberto Eco dice: “dar un nombre es siempre proponer una hipótesis”, por lo que podemos asegurar que la hipótesis sobre este bicho es que está hecho, como temía Borges, con pedazos de otros animales. A Borges, por eso, no le gustaban los ornitorrincos mientras que a eco, justamente por eso, le fascinaban y los usaba para pensar. Decía, inclusive, que la maravilla que el ornitorrinco (“el héroe de mi libro”) no sólo no es horrible sino prodigioso y providencial para poner a prueba una teoría del conocimiento.
“Dada su aparición muy remota en el desarrollo de las especies, insinúo que no está hecho de pedazos de otros animales, sino que los demás animales han sido hechos con pedazos suyos.”
Como el ornitorrinco, hay textos que se niegan a encajar en una categoría, en un estante o en un género. Tienen actualidad, literatura, imágenes, sonidos, música, voces, citas, plagios.
El ornitorrinco está hecho de pedazos de otros animales.

Leonardo Da Vinci pensaba escribiendo y dibujando.
Hay cosas que la imagen muda no puede decir, así como hay
sentidos que a las palabras se les escapan y ahí
están las imágenes para mostrarlos. Imágenes y palabras pueden
ser herramientas para intentar atrapar un sentido.
El orificio b se encuentra donde la facultad
visual se transmite a los sentidos, el orificio n marca el lugar
donde las lágrimas suben del corazón a los
ojos pasando por el canal de la nariz […]

Dubuffet, Carta a Gaston Chaissac del 28 de Agosto de 1950, Prospectos y escritos
siguientes, II, edición H. Damisch, París, Gallimard, 1967, p. 301: « […] y una vez que quise pelar una cebolla, levanté la primera envoltura y después la siguiente y continué así hasta que me di cuenta que iba a retirar todo y que no habría ninguna cebolla puesto que esta no está hecha más que de envolturas sucesivas que al final no envuelven nada. Esto no impide que una cebolla es algo que existe. Pero pelarla no sirve […] Por lo demás se puede decir de las cosas que por lo general no se encuentran donde se buscan. El arte no está tampoco donde se lo busca sino mucho más cerca de sus ojos.»
Crear imágenes. La imagen como esa figura cercana a la imaginación, a la imaginería que generan las palabras. Dice Octavio Paz en El arco y la lira que toda imagen acerca realidades opuestas, alejadas o indiferentes entre sí. Primero vemos imágenes (después, mucho tiempo después, aparecen los conceptos). Cuando somos chicos descubrimos con asombro que un kilo de piedras pesa lo mismo que un kilo de plumas. ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Piedras y plumas? Mientras la ciencia, con la categoría conceptual de kilogramo, empobrece a las piedras y a las plumas unificándolas, el poeta hace todo lo contrario. Estas son piedras. Estas son plumas.

Y de pronto las piedras son plumas.
Cuando el lenguaje se aleja de la ciencia crea imágenes
(que son plumas, que son piedras).
imagen
Del lat. imāgo, -ĭnis.
1. f. Figura, representación, semejanza y apariencia de algo.
2. f. Estatua, efigie o pintura de una divinidad o de un
personaje sagrado.
3. f. Ópt. Reproducción de la figura de un objeto por la combinación de los rayos de luz que proceden de él.
4. f. Ret. Recreación de la realidad a través de elementos imaginarios fundados en
una intuición o visión del artista que debe ser descifrada, como en las monedas en enjambres furiosos.
Pound y Hemingway. Ezra Pound nació en Idaho, se crió en Nueva York, se fue a Londres, empezó a escribir, estaba loco y era un genio, vivía comiendo sólo papas, se fue a París, después a Rapallo, estuvo doce años en un manicomio en Washington (fue juzgado por traición a la patria, pero sus amigos consiguieron salvarlo declarando que ya lo habían visto loco en Londres y en París), volvió a Italia y vivió en un castillo, se murió en Venecia y jugaba con el lenguaje. Se veía a sí mismo como un hombre reducido a fragmentos y veía al universo como un poema roto. Todo lo convertía en poesía, creando y metabolizando textos ajenos.

Precisión de la imagen.
Lenguaje claro y preciso.
Detalles luminosos
Economía del lenguaje.
Franqueza en la presentación.
Pound creía que los ideogramas chinos encerraban una mayor posibilidad de comunicar que la de los alfabetos occidentales, ya que su imagen guardaba aspectos sensoriales que definitivamente se habían perdido en nuestras palabras. Dicen que fue el gran poeta del imagismo, mediante el uso de la técnica llamada método ideográmico (Ideogrammic Method). Para llegar a una abstracción no hay más que yuxtaponer casos concretos. La poesía debía llevar al lenguaje nuevamente a lo particular y reivindicar la presentación sobre la descripción. Era amigo de Yeats, de D.H. Lawrence, de Gertrude Stein, de Scott Fitzgerald, cuentan que le prestó a Joyce la plata que le faltaba para publicar el Ulises y que después se puso celoso de su éxito. Hemingway lo llamaba el gran poeta aquellos años en el París de entreguerras y fue uno de los que lo salvó de la pena de muerte después, llamándolo loco.
La escritura de Ezra Pound inspiró a Hemingway.
“Me enseñó más sobre cómo escribir y cómo no escribir
que cualquier hijo de puta en vida.”
En sus textos (los de ambos) hay: imagen, color, ritmo. Algunos dicen que el estilo sencillo de Hemingway se debe a sus inicios como periodista, otros dicen que lo tomó de la poesía de Pound.
Usar detalles luminosos. Decía Pound.
Podar el lenguaje. Decía Hemingway.
Podar el lenguaje para obtener lo máximo de lo mínimo. Decir la verdad para contar más que la verdad. En París era una fiesta, se dice a sí mismo: “Escribe la frase más cierta que sepas.” Hemingway escribía de pie, con lápiz y en cuadernos rayados y en su escritura los hechos concretos flotan sobre el agua mientras el simbolismo queda abajo (opera fuera de la vista), como en el iceberg. A veces hay que operar en la escritura, decía Hemingway, como Cézanne en sus cuadros: un primer plano detallado sobre un fondo vagamente descrito. Hemingway iba todos los días al Museo de Luxemburgo a mirar los cuadros de Cézanne para aprender a escribir como él pintaba.

Iba yo aprendiendo algo en la pintura de Cézanne, y resultaba que escribir sencillas frases verídicas distaba buen trecho de lograr que un cuento encerrara todas las dimensiones que yo quería meterle.
Pound y Hemingway escribían palabras que generaban imágenes.
El ornitorrinco está hecho de palabras y de imágenes.
¿Que significa ser original?
Manejar con destreza el arte del plagio.
En torno al tema del plagio, Laiseca propone mirar a la naturaleza, como Séneca, y comportarse como una abeja, nunca como una hormiga: la abeja anda por un jardín, sobrevolando, y de pronto de acerca a una flor, toma lo que necesita de ella y sigue su camino. Después hará miel. La hormiga nunca es la hormiga individual sino todas las hormigas en fila: se acercan a una planta y se la llevan. Toda, de a poco, pero toda.
La diferencia entre escoger y saquear.
En el saqueo impera lo indeterminado, lo arrasador. En el saqueo no hay elección. Seguir la lógica de la abeja: escoger tiene otra política, otro ritmo. El plagio, concebido como poética apropiacionista, se llama plagiarismo, como el que propone Laiseca, hecho de alusiones, guiños, citas, intertextos y pastiches. Dice Cervantes en el prólogo al Quijote: “soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo no sé decir sin ellos.”
Sería un gran proyecto aprender a plagiar con estilo.
El ornitorrinco está hecho de plagios.
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Jorge Carrión dice que el storytelling ha creado el mito de contar historias. Contar historias (sea como sea) ha eclipsado la dimensión ensayística que tienen los relatos. Los mejores relatos, las mejores crónicas, novelas, cuentos no sólo nos cuentan una historia, sino también piensan esa historia.
Narración y pensamiento, como en Piglia.
Historias que se piensan a sí mismas.
Es difícil no estar de acuerdo con un relato. Dice Piglia.
El ornitorrinco está hecho de historias.
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El valor de los detalles. La cicatriz de Lolita, las mariposas amarillas, la maceta en el balcón, el cartel de la esquina.
La nave Argos y sus partes.
¿Es la misma una vez desarmada y vuelta a reconstruir?
La nave Argos
Imagen frecuente: la de la nave Argos (luminosa y blanca); los
argonautas iban reemplazando poco a poco todas sus piezas, de
suerte que al fin tuvieron una nave enteramente nueva, sin tener
que cambiarle ni el nombre ni la forma. Esa nave Argos es muy
útil: proporciona a la alegoría un objeto eminentemente
estructural, creado, no por el genio, la inspiración, la
determinación, la evolución, sino por dos actos modestos (que no
pueden captarse en ninguna mística de la creación): la sustitución
(una pieza desplaza a otra, como en un paradigma) y la
nominación (el nombre no está vinculado para nada a la
estabilidad de las piezas): a fuerza de hacer combinaciones dentro
de un mismo nombre, no queda ya nada del origen: Argos es un
objeto que no tiene otra causa que su nombre, u otra identidad que
su forma.
El ornitorrinco está hecho de detalles.
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“Abre bien los ojos. Mira.” Julio Verne
Un profesor de teatro le decía a sus alumnos: “No actuéis en general, actuad concreto”. No se puede actuar el amor, sino un amor particular. Tampoco se puede escribir sobre el amor, sino sobre Romeo y Julieta. No se puede escribir a pobreza el desamparo la violencia la solidaridad el trabajo la angustia la felicidad el inconformismo la desesperanza la muerte la soledad.
Peter Handke: el extraviado atento que se pone en situación para distraerse y ser sorprendido. Insistir en la contemplación aplazar la opinión hasta que nazca la gravedad de una situación vital.
“Somos lo que enumeramos” Virginia Galvín.
La materialidad de los días (Perec). En sus Notas sobre lo que busco, Perec señala cuatro campos, cuatro modos de interrogación, sobre los que se centra su interés: el autobiográfico, el lúdico, el novelesco y el sociológico. En este último se pregunta cómo mirar lo cotidiano.
Perec se sentó dos días en una plaza y tomó nota de lo que veía. Lo que pasa cuando no pasa nada. ¿Cómo abarcar toda esa nimiedad?
Perec podría considerarse un cronista.
Como Marco Polo, ve, toma nota, clasifica. Explora, describe, nombra. Sólo que Perec no explora y describe realidades ajenas, nunca vistas y sólo por él contadas. No. Perec nombra y muestra la realidad cotidiana y a la mano, la de todos los días y todos los espacios que nos rodean. Perec escribe sobre una realidad que puede ser corroborada abriendo la ventana, cruzando la puerta y saliendo a la calle. No hay rinocerontes leídos como unicornios.
Hay cinco taxis en la parada de taxis.
Pasa un 87, pasa un 63.
La campana de Saint-Sulpice se pone a tañer (el rebato, quizás).
Tres chicos llevados a la escuela. Otro 2CV verde manzana.
Otra vez las palomas giran sobre la plaza.
La escritura de Perec es despojada (y todo parece indicar que se divirtió escribiendo), lo pone al lenguaje a ejercitar, lo fuerza a que confiese, haciendo que revele sus secretos más ocultos, los que se esconden atrás de las letras.
Nadie sabe mejor que tú, sabio Kublai, que no se debe confundir nunca la ciudad con las palabras que la describen.Italo Calvino. La mentira no está en las palabras, está en las cosas, dice Marco Polo.
El ornitorrinco está hecho de miradas.
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Borges nos enseñó que la escritura está hecha también de lo que no se dice, de alusiones y elusiones dice Tomás Eloy Martínez.
Dice Eco:
A primera vista cabe pensar que la forma es característica de las culturas maduras, que conocen el mundo que las rodea, cuyo orden han reconocido y definido; la lista, por el contrario, sería típica de las culturas primitivas, que todavía tienen una imagen imprecisa del mundo y se limitan a enumerar sus muchas propiedades que saben nombrar sin intentar establecer entre ellas una relación jerárquica.
Las enumeraciones heterogéneas de Borges.
Hay historias breves. Que ni siquiera son historias. Un homenaje a la brevedad de Monterroso: “anula una frase cada día”. Y, de tanto borrar, no quedaron más que listas.
Esta es una revista hecha de listas.
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Estar fuera de lugar.
Traslados. Pasajes. Extravíos. Desplazamientos.
Acerca de cómo la costumbre nos adormece los sentidos, dice Paco Inclán en Incertidumbre:
Si alguien viaja una semana a un lugar, escribe un libro, si viaja un mes, escribe un cuento, y si viaja un año, escribe dos líneas.
Tomo de claudio Magris la idea de que cualquier viaje (el más simple, el más corto, cualquiera) es el viaje desde Troya a Ítaca. Todo viaje, como toda lectura, puede ser una alegoría.
Kafka, dice Eloy Martínez, describe los viajes como un perfeccionamiento de la mirada: el punto donde la lucidez alcanza su extremo límite.
No hay posibilidad de refugiarnos en nuestra casa porque el rumor es mundial.
Eduardo Lourenço
El ornitorrinco está hecho de recorridos.
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Witold Gimbrowicz, dice Vila Matas, era afecto a lo que él (el español, no el polaco) caracteriza como un género literario: el retrato de un momento. Como ese en el que cuenta su encuentro con una vaca. El retrato del momento en que un europeo (que vino de viaje a Argentina, la guerra lo encontró acá, la literatura lo retuvo) se encuentra con la pampa a través de una vaca.
Estaba paseando por la avenida bordeada de eucaliptos, cuando se me apareció de repente, detrás de un árbol, una vaca.
Me detuve y nos miramos en el blanco de los ojos.
En este punto su bovinidad sorprendió mi humanidad y me sentí confuso en tanto que hombre, es decir, en mi humana especie. (…) Yo había permitido que la vaca me mirara y que me viera esto nos hizo iguales y de golpe yo mismo me convertí en animal, pero un animal extraño, casi diría prohibido.
Continué el paseo interrumpido, pero me sentía incómodo… en la naturaleza que me asediaba por todas partes, como si… me contemplara.
(…)
Se trata de otra cosa. La vaca. ¿Cómo debo comportarme ante una vaca?
El retrato de un momento es un relato. Como sacar una foto, pero más larga.
El ornitorrinco está hecho de momentos.
Escribir, pensar, leer, mirar, con actitud macedoniana.
Dijo Borges que Macedonio era un hombre que raras veces condescendió a la acción.
Y que vivió entregado a los puros deleites del pensamiento.
Ser como Macedonio y entregarse a los deleites, si no del pensamiento, acaso a los de la observación, el cuento, el registro.
“Esa manera de pensar que se llama escribir no le costaba ningún esfuerzo” a Macedonio.
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El ornitorrinco está hecho de fragmentos
ANDREA CALAMARI
Andrea Calamari es doctora en Comunicación. Es docente de Audiocreativa y el Taller de Lectura y Escritura de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario. Escribe en Jot Down cultural magazine y conduce el podcast El oficio de leer. En Twitter es @AndreaCalamari
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