La que tenía una puerta como la de las películas de cowboy para entrar al pasillo.
La del árbol desde donde veía el techo de mi casa y todo el jardín.
La que tenía un banco de plaza en el patio donde tomaba sol en invierno.
La de la terraza con las luces cálidas de la calle en plena noche.
La que tenía la habitación chiquita con cortinas celestes y no se escuchaba nada de lo que pasaba en el resto de la casa.
La del reflejo de luz en la pared. Donde todos los días soleados veía entrar un reflejo de luz que venía del edificio de enfrente, se iba agrandando junto con las sombras de las plantas de mi mamá.